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Mindfulness: Un Regalo para el interior.


Octavia regresó a su casa con una pequeña salamandra. Se subió a su brazo mientras caminaba y en el momento en el que se vieron, las dos supieron en ese mismo instante que había entre ellas una bonita conexión y surgió en ellas un deseo de cuidarse por siempre. Aunque Octavia supo de inmediato que ella tendría que hacer todo el trabajo por lo menos al principio, y es que la salamandra era muy pequeñita y se le veía muy frágil, aceptó la tarea con mucho amor y determinación. Así fue como la salamandra, recostada plácidamente en el hombro de Octavia, se dejó llevar hasta lo que sería su nuevo hogar, y su nueva amiga la condujo hasta allá con una sonrisa en la cara e imaginando todo lo divertido que sería cuidar de la pequeñita salamandra.

Cuidar a la salamandra no representaba tanto trabajo como había pensado Octavia en un principio. Con darle de comer, cargarla un rato y tener una rutina muy precisa la salamandra era muy feliz, pero hubo un día en el que la Salamandra comenzó a caminar, y en una de sus travesías ¡Puff! se dividió en dos. Octavia nunca supo cómo pasó, pero definitivamente cuidar de dos salamandras en vez de una implicaría el doble de trabajo. Entonces, Octavia pensó que también sería una buena idea dividirse a ella misma. Puso toda su energía y concentración, y ¡Puff! También lo logró.


Eso mitigó un poco la carga de trabajo, pero tan sólo por un rato pues la otra salamandra también aprendió a dividirse y la salamandra original ¡volvió a hacerlo! Octavia entonces tuvo que esforzarse aún más para poder partirse en 4, y más adelante en 6, y luego en 8, para así poder atender a todas las pequeñas salamandras que ya estaban por toda su casa.


Todo el tiempo había que estar encima de las pequeñas criaturas para así poder mantenerlas a salvo y entretenidas. Su casa se volvió un caos, lleno de ruido y desorden. El problema realmente vino cuando sus otras divisiones empezaron a cansarse. Ninguna de ellas, ni la Octavia original, estaba pudiendo con todas las salamandras, y Octavia lloraba porque ya no sabía qué hacer.


Se sentó en un rincón desconsolada y de pronto una luz brillante bajó hacia ella, y en sus manos puso una pequeña caja con una etiqueta que decía “Mindfulness”.


Octavia la abrió y en su interior había un durazno pequeñito que se expandía y se contraía con un ritmo muy tranquilo y natural. Octavia comprendió en ese momento que lo que le estaba pidiendo el durazno es que respirara con ella y así lo hizo. Uno… dos… uno… dos… uno… dos. Poco a poco todas las Octavias que estaban en su casa se fueron reincorporando a la original. En el momento en el que la salamandra vio que Octavia se volvía a llenar de si misma, ella pensó que lo mejor también sería volver a ser una.

Cuando las dos lo lograron entendieron mucho mejor lo que tenían que hacer para organizarse mejor. Aprendieron entonces que respirar hacía que estuvieran presentes en el aquí y el ahora. Eso es justo lo que significa mindfulness, un regalo que te permite estar de una forma consciente en el espacio y el tiempo en donde debes estar y no entrar en calma absoluta como alguna vez había escuchado Octavia.


Y tú, ¿estás en el aquí y el ahora? Sólo recuerda respirar y hacerte consciente de los sonidos que hay alrededor de ti, del peso de tus piernas sobre el suelo, de las sensaciones que hay en tus manos, de los olores y de los sonidos. Verás que dividirte no es la solución, sino estar contigo misma.

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