Una de las tareas fundamentales de la educación en nuestros días, es enseñar a amar, cuidar, respetar y proteger el medio ambiente. Solucionar los problemas ambientales o, mejor aún, prevenirlos, implica cambiar nuestra manera de vivir y modificar las actividades individuales y colectivas, para asumir el compromiso de contribuir en la construcción de un mundo mejor.
La educación ambiental juega un papel importante porque contribuye a las personas tengamos una relación armónica con la naturaleza y con la sociedad. El mejor momento para iniciar este proceso formativo es la infancia; en esta etapa es importante promover que los niños y las niñas interactúen con su entorno inmediato para que lo conozcan, aprendan a disfrutarlo, a amarlo y a cuidarlo.
Educar para el ambiente significa facilitar, ayudar, colaborar para que las niñas y los niños aprendan a pensar en mejores formas de vivir en su familia, en su comunidad, en su país y más tarde reconocer el valor que tiene su planeta y lo que representa para la vida.
La tarea educativa requiere sensibilidad y creatividad; algunas de las cosas que podemos enseñarles a las niñas y a los niños son:
Reconocerse parte del medio.
Entender el entorno como espacio de vida.
Reconocerse como seres humanos ecodependientes y la responsabilidad moral con respecto a las demás especies vivientes.
Tomar decisiones responsables, críticas y creativas sobre nuestro estilo de vida y el uso de recursos como: agua, suelo, alimentos, energía, etcétera.
Consumir sólo lo necesario.
Manifestar respeto por todas las personas.
Respetar a todos los seres vivos.
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